En el siglo XVII, la región fue ocupada por misioneros franciscanos, quienes se establecieron en San Pedro de Conchos desde 1649. En 1719, constituyó una tenencia del Corregimiento de Chihuahua; en 1788 de la subdelegación del mismo nombre y en 1820 eligió ayuntamiento y adquirió categoría de municipio. En 1826 formó parte del Partido de Tapacolmes; en 1837 de la Subprefectura de Rosales; en 1847 del Cantón Rosales y de 1887 a 1911 del Distrito Camargo.
La cabecera es la Villa de Rosales con 2,839 habitantes, situada en la margen izquierda del río San Pedro, fue fundada en 1714 por los misioneros de la orden de San Francisco con el nombre de Santa Cruz Tapacolmes, siendo gobernador y capitán de la Nueva Vizcaya Don Manuel de San Juan y Santa Cruz en los terrenos en donde hoy se encuentra el ejido Delicias, mismos que fueron donados por el Sargento Mayor Juan Antonio Trasviña y Retes.
Su ubicación se cambió en 1753 al lugar actual y el 12 de julio de 1831 la legislatura local le dio el nombre en honor del caudillo insurgente Víctor Rosales.
La segunda invasión de las fuerzas americanas la encabezó el General Sterling Price, quien se desprendió de Nuevo México en febrero de 1848, ocupó Ciudad Juárez y el 7 de marzo se presentó frente a la ciudad de Chihuahua. El gobernador del estado, General Ángel Trías, le notificó que tenía aviso de la Secretaría de Relaciones Exteriores en sentido de que se había firmado el Tratado de Guadalupe-Hidalgo que ponía fin a la guerra entre México y los Estados Unidos.
El jefe invasor no quiso atender la notificación que se le hizo y el gobernador se retiró con las escasas tropas de que disponía en dirección a la Villa de Rosales.
Nuevamente conferenciaron los dos jefes, sin haber podido llegar a un acuerdo por la obcecación del jefe americano, quien repitió que no tenía ningún aviso oficial de parte de su gobierno de que se hubiere firmado la paz.
En la mañana del 16 del mismo marzo inició el ataque que fue rechazado con fuertes pérdidas; pero renovado con el apoyo de la artillería y después de haberse agotado el parque a nuestros defensores tuvieron que rendirse.
Los mexicanos tuvieron veinticinco muertos, el General Trías y cuarenta y dos jefes y oficiales mexicanos quedaron como prisioneros de guerra. Fueron conducidos a Chihuahua en donde se les puso en libertad bajo palabra de honor de no fugarse y el 24 de abril siguiente se les concedió la libertad.
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