Epoca Prehispánica
Los arqueólogos han descubierto vestigios de la presencia humana en el municipio de Amaxac de Guerrero, que datan del año 1 800 a.c. Lo anterior indica que los primeros pobladores de Amaxac transitaban paulatinamente de la vida nómada a la sedentaria, transformándose en incipientes agricultores.
En este periodo los antepasados de Amaxac de Guerrero, al igual que otros grupos de lo que hoy es el territorio de Tlaxcala, empiezan a cultivar algunas plantas silvestres como el frijol, el maíz, la calabaza, el aguacate, el amaranto, el chile y los zapotes. Se trata de un momento histórico, durante el cual el 10 por ciento de la alimentación de los grupos humanos depende de los cultivos agrícolas, mientras que el otro 90 por ciento sigue subordinado a la recolección y a la caza.
Los incipientes agricultores de Amaxac de Guerrero evolucionaron entre los años 1 700 al 1 200 a.c., a la fase cultural Tzompantepec, denominada así por los arqueólogos por haber encontrado en San Salvador Tzompantepec, hacia el centro de Tlaxcala, asentamientos de amplias dimensiones que se caracterizan por construcciones estables de material más duradero, lo cual indica que el hombre ha pasado de la vida nómada a la sedentaria.
Suponen los arqueólogos que las primeras aldeas fueron asentamientos con casas habitación dispersas, correspondientes a una sola familia que habitaba junto a su campo de cultivo. Este caserío disperso se transforma en pocos años en aldeas concentradas que van de 50 a 100 casas-habitación. Aldeas que se sitúan en las laderas bajas de los cerros y en la parte superior de las lomas, pero cerca de las fuentes de agua permanente. Las aldeas se instalaron sobre terrazas, dejando entre las habitaciones áreas intermedias de cultivo, además de sembrar otros terrenos cercanos a sus asentamientos.
Durante esta fase se introduce la construcción de hornos para el cocimiento de cerámica, alimentos, pencas y quiotes del maguey. Esta fase debió propiciar un importante excedente económico, porque empiezan a construir graneros con troncos, donde depositaban los productos agrícolas para protegerlos de los animales depredadores.
En esta misma fase, el hombre dedica parte de su tiempo a la producción artística de figurillas toscas, asexuadas y femeninas. La organización social fue muy elemental. Los arqueólogos suponen un liderazgo en manos del hombre más viejo de la aldea, o bien en jefes que dirigían y planificaban las labores agrícolas, la caza y la recolección, así como la distribución de estos bienes de consumo.
En los últimos años de la fase Tzompantepec, la agricultura alcanza una destacada preponderancia sobre la recolección y la caza, pues llega a aportar entre el 40 y el 50 por ciento del consumo humano de las aldeas, pasando las otras dos actividades a segundo término. La construcción de viviendas se realiza con material más durable, incluso surgen las primeras construcciones con cimientos. Las concepciones religiosas son incipientes y empiezan a adquirir importancia social los chamanes o sacerdotes. La sociedad en general es aún homogénea y la diferenciación social todavía no se presenta.
Los habitantes de Amaxac transitan de la fase Tzompantepec a la fase cultural Tlatempa que va del año 1 200 al 800 a.c., la cual se caracteriza por un fuerte crecimiento demográfico natural, además de inmigraciones procedentes del sur y del este, de lo que hoy es el territorio de la república mexicana. Las aldeas concentradas se transformaran en villas y se caracterizan por contar con estructuras arquitectónicas elevadas: plataformas, altares o recintos grandes.
Estas construcciones cuentan con cimentación, difiriendo de la mayoría de las casas-habitación, lo que propició la pauta a los arqueólogos para inferir la existencia de una diferenciación social entre sus habitantes. Las villas a su vez, ejercen cierto dominio y control sobre las aldeas o estancias vecinas.
La agricultura en esta fase adquiere nuevos adelantos, pues por primera vez a las terrazas que sirven para asentar habitaciones, así como las que se utilizan para levantar habitaciones y habilitar áreas de cultivo, se agregan las terrazas destinadas exclusivamente para cultivo. Aparecen los canales en los terrenos de cultivo con el objeto de tener el control y un mejor aprovechamiento del agua de lluvia, mediante depósitos diseñados expresamente para estas aguas, excavados en el tepetate o construidos como represas en las barrancas que cruzan los terrenos. Estos adelantos hubieran sido imposibles para el hombre de esa época, si no hubieran desarrollado sus conocimientos sobre los ciclos climáticos, épocas de sequía y de lluvias y, por ende, de las estaciones anuales. Conocimientos monopolizados por los sacerdotes o chamanes.
El ajuar utilitario alcanza una mayor perfección. En el caso concreto de la cerámica, ésta logra un mejor acabado, apareciendo braceros con formas antropomorfas y zoomorfas, entre ellos el del dios viejo o Huehuetéotl, así como vasijas con asa en forma de canasta.
También surge en esta fase el comerciante o pochteca que realiza intercambios a largas distancias. Los sacerdotes van destacando dentro de todos los grupos sociales que conforman los asentamientos humanos, convirtiéndose en los dirigentes que deciden sobre los tiempos de la siembra y de la cosecha, así como de su distribución, además de los intercambios, los ritos y ceremonias.
No se sabe si los asentamientos de Amaxac llegaron a convertirse en ciudades, solo se conoce que en la fase anterior existían asentamientos humanos. En la fase Texóloc las ciudades que ya contaban con pequeñas plataformas de la fase Tlatempa, se transformaron más tarde en grandes estructuras piramidales y en amplios basamentados donde se sitúa las casas de los dirigentes, incluso, las plazas rectangulares llegan a ser más de dos, convirtiéndose en capitales políticas de sus regiones de influencia. Presagian lo que siglos más tarde se conocerían como señoríos o ciudades-estado. La competencia entre estas ciudades las lleva a construir fortificaciones y observatorios militares, además de fosos defensivos para el control de las entradas y salidas de la población.
La agricultura logra otros avances en el control del agua. Además de los canales para drenar el exceso de agua de lluvia, en las terrazas de cultivo que retardaba la erosión, se construyen canales que conducen el agua de los ríos o arroyos hacía los campos de cultivo. Este dominio sobre la naturaleza va a permitir en algunos lugares dos cosechas anuales.
A finales de este período los agricultores aprovechan los campos invadidos o de nivel freático muy elevado, construyendo camellones y chinampas. Este aprovechamiento de la humedad, ya no sólo controla el agua, sino que modifica el medio ambiente. Los avances tecnológicos de esta fase permiten que el hombre obtenga en un 70 porciento su sustento en la agricultura y el otro 30 por ciento en la recolección y la caza, además de que se intensifica el comercio con otros grupos asentados en el área, y en lugares más lejanos.
Entre las artesanías que se desarrollan en esta fase cultural destaca la creación de artefactos de piedra como los 'desfibradores', útiles para obtener fibras de las hojas del maguey, de los cuales se producían textiles, pues en Tlaxcala era imposible el cultivo del algodón. Desde esa época el maguey se convertiría en parte de la cultura tlaxcalteca, pues a la par que producían pulque, eran proveedores de las hojas para elaborar mixiotes; fibras para textiles y cuerdas, además de jabón y el quiote como alimento.
La información disponible hasta hoy nada nos dice sobre Amaxac durante las fases Tezoquipan, que va en del año 350 a.c., al año 100 d.c.; de la fase Tenanyecac que va del año 100 a 650 d.n.e.; o de la fase Texcalac que abarca del año 650 al 1 100 d.c. Es probable que nuevas investigaciones y exploraciones en el municipio arrojen luz sobre estos importantes periodos de la historia prehispánica.
Nuevamente encontramos referencias sobre Amaxac de manera muy tardía durante la fase Tlaxcala, que va del año 1 100 al 1 519 d.c., en la que simplemente se observa que los asentamientos de Amaxac pertenecían al señorío de Tizatlán. Como tributarios de este señorío los amaxaquenses debieran de participar en las batallas que sostuvo Xicohténcatl Axayacatzin, quien encabezó el ejército confederado tlaxcalteca, contra el ejército español bajo el mando de Hernán Cortés en septiembre de 1519. La población más importante en esa época era la de Metecatlán, que enfrentaba dificultades con el señor de Atlihuetzía, por lo que decidieron cambiarla al otro lado del río, donde se unen los ríos Zahuapan y Tequixquitl.
La colonia. De los documentos que conserva la parroquia de Amaxac se desprende que este pueblo se fundó el 8 de marzo de 1521, mediante merced que le solicitaron los principales de Metecatlán a Hernán Cortés en la población de Santa María Xoxonetla en Atlihuetzía . Entre los fundadores de esta población destacan: Antonio Zentla y Llallazin, Benito Zontli Allazin, Jacinto Ixtactecoma Xochitli, Patricio Xochiallazin, Fernando Xochitlahuiqui, Alonso Sacatotozitli, Matías Citac Cuantli y Simón de Aguila.
A mediados de siglo XVI Amaxac tenía por cabecera a la población de Contla, que a su vez dependía del señorío de Tizatlán. Amaxac se incorpora a la vida colonial como doctrina de visita, dependiendo de la cabecera de doctrina con sede en el convento franciscano de la ciudad de Tlaxcala. Por otra parte, Amaxac empezó a tener una mejor comunicación con otras poblaciónes de la provincia y otras ciudades, al pasar por la población el camino colonial que iba de Tlaxco a Tlaxcala y Nativitas, también quedó comunicado con Apizaco de manera directa. A su vez estos caminos entroncaban con otros que iban a Puebla, la ciudad de México y Veracruz.
A finales del siglo XVIII Amaxac era un pueblo habitado mayoritariamente por indígenas y unos cuantos españoles. Al organizarse la provincia de Tlaxcala en siete partidos a fines del siglo XVIII, Amaxac queda como una población que pertenece al partido de Santa Ana Chiautempan, pero con cabecera en Santa Cruz Tlaxcala, dentro del mismo partido.
La penetración española en Amaxac, al igual que en toda Tlaxcala, durante la época colonial, pese a que la Corona española le había otorgado el privilegio de ser habitada únicamente por indígenas, se dio de manera velada primero y, posteriormente con conocimiento de las autoridades reales, quienes permitieron el surgimiento de las estancias y de las haciendas, como las de: Tlatlapanza, Tepetlachico, San Pedro Tlatlapanga y Tepoltzingo.
Algunas de esas unidades productivas estuvieron destinadas al pastoreo de ganado menor, especialmente a la cría de borregos que producían lana para los obrajes textiles de Apizaco, Tlaxcala y Santa Ana Chiautempan. Amaxac no perdió su pasado textilero prehispánico y en los telares de mano que funcionaban durante esa época, tejieron telas tanto de ixtle como de lana.
A los cultivos tradicionales de maíz, frijol y chile, los campesinos de Amaxac agregaron los de trigo y cebada que introdujeron los españoles. Los rendimientos por superficie cosechada se incrementaron con la adopción de técnicas europeas, como el uso de arado tirado por bueyes. También se siguió cultivando el maguey para la producción de pulque y la obtención de ixtle para la industria textil y cordelera, además del nopal, en el que se criaba la cochinilla o grana, del que se obtenía un tinte para los textiles de algodón y prendas como camisas de guarda y los ceñidores para hombres y mujeres.
En el siglo XVII Amaxac erigió su iglesia de visita dedicada a San Bernabé. Su construcción tiene un techo de dos aguas, pero su fachada e interiores pertenecen al barroco tlaxcalteca. En esta parroquia, además de guardar valiosos documentos de la historia de Amaxac, conserva en sus muros óleos religiosos que se deben al pincel de artistas como Joaquín Magón y Manuel Caro.
Por la escasez de granos, la población de Santa Cruz Tlaxcala, cabecera de Amaxac, se amotinó en la capital del estado contra el Gobernador español Manuel de Bustamante y Bustillos en el año de 1692. A estos disturbios de lo que hoy es el municipio de Amaxac, siguió la desaparición de la población de San Damián Tlacocalpan por una peste que diezmó a sus habitantes.
Siglo XIX
La Independencia. Durante la guerra de independencia, los habitantes de Amaxac se incorporaron a las guerrillas que encabezan los insurgentes tlaxcaltecas Miguel Serrano, Juan Cortés y Máximo Machorro que combatieron a los realistas del Llano y Concha.
La Reforma. Pobladores de Amaxac se incorporaron a la guardia nacional durante la Guerra de Tres Años y, algunos de ellos, a las guerrillas que comandó el general Antonio Carvajal, quien años más tarde combatiría al imperio de Maximiliano hasta el triunfo de la República. En Tlaxcala fueron los pueblos quienes tomaron el 1o. de enero de 1866 a las autoridades imperiales y a la guarnición, ocupando la capital del estado.
La construcción ferroviaria dio fuerte impulso a la economía local de Amaxac, al poner a su alcance el mercado del pulque de la ciudad de México. Por otra parte, el cultivo del maguey en forma sistemática y para su tejido, propició una mano de obra preparada en la obtención de la fibra de ixtle, que permitió posteriormente un simple cambio, de la confección de textiles de la fibra del maguey por los telares a mano, a los mecánicos de tejidos de algodón y lana movidos por fuerza hidráulica que se instalaron en 1874 en las fábricas La Estrella y Santa Elena.
El Porfiriato. En 1885 se hace cargo del gobierno del estado el coronel Próspero Cahuantzi, quien separa varias poblaciones del municipio de Santa Cruz Tlaxcala, para formar el 22 de mayo de 1902 un nuevo municipio, que tendría como cabecera la población de Amaxac. El 22 de junio de ese año tomaron posesión de sus cargos en el primer Ayuntamiento de Amaxac, integrado por el presidente municipal Nabor Hernández y como síndico procurador el Sr. José de la Luz Castillo.
Durante la administración del coronel Próspero Cahuantzi, se dio un fuerte impulso a la educación elemental, obligando a las empresas textiles a construir y sostener escuelas primarias, entre ellas las de las fábricas instaladas en Amaxac. Otros aciertos de esta administración fue llevar a cabo un amplio programa de remodelación de plazas, jardines públicos, quioscos, etc.
Sin embargo, el progreso no fue igual para la población en su conjunto. Las condiciones en las fábricas textiles eran inadecuadas para los trabajadores, quienes se relacionaron con las agrupaciones obreras de los estados de Puebla y Veracruz, formando el Gran Círculo de Obreros Libres de los estados de Veracruz, Puebla y Tlaxcala.
Las primeras acciones que realizó esa agrupación en Tlaxcala, fue demandar el establecimiento del Reglamento Interior del Trabajo y la Tarifa de Salarios, que no aceptaron los patrones, quienes se organizaron a su vez en el Centro Industrial Mexicano, para enfrentar la organización de los obreros. Como los patrones no aceptaron discutir el citado proyecto, pese a la intervención del gobernador Próspero Cahuantzi, estalló la huelga en los tres estados el 26 de diciembre de 1906. En Amaxac los obreros de las fábricas textiles Santa Elena y La Estrella colocaron las banderas rojinegras.
El 4 de enero de 1907 intervino el Presidente Porfirio Díaz, ordenando a los obreros regresar a sus labores prometiendo resolver la demanda oportunamente. Los obreros no aceptaron el laudo presidencial, pero los acontecimientos desfavorables en Río Blanco, Nogales y Santa Rosa (hoy Ciudad Mendoza) en Veracruz, rompieron la resistencia obrera. Muchos de los dirigentes del movimiento obrero fueron perseguidos y encarcelados. Entre ellos, Adolfo Ramírez de la fábrica La Estrella de Amaxac, quien fue deportado a Quintana Roo, donde murió por las condiciones de cautiverio a que fue sometido. No corrió mejor suerte Agustín Tamayo de la misma empresa, quién fue encarcelado en la prisión de Xalapa.
Siglo XX
La Revolución Mexicana. El asesinato de Andrés García, dirigente de varios pueblos y quien protestó por el aumento del impuesto predial, y los acontecimientos de Zacatelco, provocaron el levantamiento armado en el que participó de manera destacada el amaxaquense Marcos Hernández Xolocotzi, en unión de Juan Cuamatzi y Adolfo Ramírez, quienes intentaron secuestrar al gobernador Próspero Cahuantzi, el 26 de mayo de 1910. Ante la imposibilidad de llevar a cabo sus acciones, se dirigieron al cerro de La Malintzi desde donde iniciaron una guerra de guerrillas contra el ejército federal porfirista.
En 1911, Amaxac fue escenario de combates entre revolucionarios y federales. Estos últimos saquearon y quemaron varias fábricas textiles, quedando muy deteriorada La Estrella, cuya techumbre la consumió el fuego. La pequeña planta hidroeléctrica que quedó en pie, la trasladaron sus dueños a Santa Ana Chiautempan. Ese mismo año, renuncia el coronel Próspero Cahuantzi a la gubernatura de Tlaxcala, desapareciendo el Club Benito Juárez de Amaxac, que había apoyado la reelección del gobernador y del dictador Porfirio Díaz. En 1920 Marcos Hernández Xolocotzi, se convierte en uno de los dirigentes más destacado del movimiento obrero, respetado por su filiación maderista.
Para 1934 después de largos avatares, la población campesina y obrera de Amaxac ingresa al PNR, organización que aglutinó a las fuerzas revolucionarias en la etapa constructiva de la Revolución Mexicana. Simultáneamente, la clase obrera de Amaxac obtiene un triunfo destacado, al fijarse las categorías y salarios de los trabajadores textiles en la fábrica Santa Elena.
Época Contemporánea. El rezago que acusaba la economía tlaxcalteca durante los años cuarentas, como consecuencia de la expansión que alcanzó la cerveza en el mercado de la ciudad de México sustituyendo al pulque, y la salida de capitales nativos de Tlaxcala a los estados de México, Puebla y el D.F., provocó el cierre de varias instalaciones fabriles y generó un fuerte desempleo, por lo que varios amaxaquenses migraron a los Estados Unidos de Norteamérica.
El 1o. de abril de 1982 al municipio de Amaxac se le agregó el apellido del caudillo de la Independencia Vicente Guerrero, por acuerdo del Congreso local y a propuesta del gobernador Tulio Hernández.
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