Vicente Guerrero es un municipio próspero, el último que surgió como resultado del fraccionamiento ejidal de los años treinta, separándose de Súchil en 1953, para emprender de manera autónoma el camino del desarrollo. La armonía de su crecimiento permite asegurar el éxito de tan importante identidad municipal.
La región fue visitada por los exploradores europeos a mediados del siglo XVI, ya que se localiza en la parte septentrional de la antigua provincia de la Nueva Vizcaya, no muy lejos de San Martín, la frontera norte de la Nueva Galicia. Vázquez del Mercado, Ibarra, Tolosa y Colio, lo recorrieron buscando fortuna, o persiguiendo a las tribus chichimecas, que hostilizaban los caminos mineros de México del norte.
Finalmente, el Capitán Pedro de Ahumada abrió las puertas de la conquista, penetrando hasta Avino, para barrer literalmente la región de La Breña, sometiendo a las naciones confederadas de zacatecos, guachichiles y algunos pueblos tepehuanos de El Mezquital, Peñón Blanco y Avino. Ahumada Sámano redujo a los naturales beligerantes, aunque no de manera definitiva, pero al menos se pudo avanzar en el empeño español por colonizar la nueva provincia.
El poblado Vicente Guerrero quedó incluido en la alcaldía de Nombre de Dios, visitado por los misioneros de la orden franciscana, que establecieron en dicha villa. Por esta razón, al separase de la villa de Nueva Vizcaya entre 1569 y 1611, el territorio que ahora comprende el municipio de Vicente Guerrero también quedó dependiendo directamente de la autoridad virreinal.
Con la sublevación de los tepehuanos en 1616 y el escape de los insurrectos por El Mezquital, rumbo a la sierra nayarita, el sur del territorio neovizcaíno se inquietó y toda la provincia se mantuvo en estado de alarma. Ante estas circunstancias, varias expediciones se organizaron para su persecución, reclutando hombres en esta zona, recordándose de manera especial la de finales del siglo XVII, dirigida por el fray Antonio Margil de Jesús, aunque no se ha podido confirmar la presencia de éste en el municipio.
Otro personaje cuya biografía confunde la historia, es el Conde del Valle de Súchil, propietario de varias haciendas de la región, siendo una de ellas la de los muleros. Don José del Campo Soberón y Larrea, que así se llamó este personaje, jamás recibió el título de Marqués de Muleros, pero así se le llama, al igual que Conde de Guatimapé. Sólo se le reconoció el título de Vizconde de San Juan de Bocas, antes de la concesión inicialmente señalada.
Esta hacienda de Muleros, es la base del actual establecimiento que ocupa la capital municipal. A ella han llegado pobladores de toda la región, desde finales del siglo pasado, incluyendo familias de San Luis Potosí y Coahuila, atraídos por el desarrollo que se ha logrado. En 1920 José Guadalupe Rodríguez formó la colonia ejidal que hoy lleva su nombre, y el Ejido Vicente Guerrero, que tres años después tendría la categoría de villa.
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