En la etapa prehispánica, entre la multitud de sierras que forman el Eje Volcánico, hay pequeñas cuencas rodeadas por cadenas montañosas de cráteres apagados, cuyo relieve da origen a las cuencas de México, Cuitezeo y Pátzcuaro; los llanos de Apan y los de San Juan, son las partes más bajas y son ocupadas por lagos formados con las aguas que bajan de los cercos montañosos. Esta condición que da a los suelos cierta fertilidad, fue factor de suma importancia en la ocupación de la zona apanense por diversos grupos de pobladores desde épocas remotas, quienes dejaron vestigios de su paso en algunos lugares, como los localizados en la hacienda de Malpaís, en los que se puede observar una importante población destruida por la erupción del volcán de Cuello ubicado en las cercanías de ese lugar. Los enormes yacimientos de lava y obsidiana denuncian que tal erupción debió suceder en épocas muy remotas.
En un periodo posterior, parece indicar que la comarca fue ocupada por teotihuacanos, que extendieron sus dominios por el centro del país entre los siglos 300 a 650 d.C.; tiempo después durante el año 900, esta zona fue ocupada por Toltecas.
Durante la conquista, el municipio de Apan fue uno de los primeros lugares sometidos al dominio español, ya que el conquistador Don Hernán Cortés, al huir de las huestes aztecas con rumbo a Tlaxcala, se posesionó de la población. Este acontecimiento se dió el 7 de junio de 1520. El 8 de julio de ese mismo año, los españoles salieron de Apan y de todo el territorio azteca.
Durante el virreinato en 1577, Apan comenzó a tener importancia, ya que anteriormente aparecía como subordinada a Tepeapulco de la que dependía eclesiástica y políticamente, sin embargo, en ésta fecha se dio una terrible epidemia de Matlazahuatl acabando con la población de Tepeapulco, lo que motivó al cambio de residencia del Alcalde Mayor a Apan, la jurisdicción comprendía entonces los partidos de Tlanalapa, Almoloya y Tepeapulco.
El repunte económico, se hizo sentir en la comarca a partir de la segunda mitad del siglo XVII, cuando la población indígena empieza a crecer lentamente a consecuencia de la apertura de importantes mercados para los productores agrícolas y ganaderos de la región, en sitios como la ciudad de México, Puebla y Real del Monte y Pachuca; en éstas fechas se dio el nacimiento de haciendas importantes como: Santiago Chimalpa, Malpaís, Mimiahuapan, Tetlapayac, Tlaloyote y otras.
La apertura del siglo XVII, es significativa en el desarrollo de la zona, debido a la intensificación del comercio agrícola y ganadero, pero también gracias a la penetración en las zonas urbanas y del consumo del pulque producido en los llanos. Las haciendas necesitadas de mano de obra, ocuparon a un mayor número de trabajadores, que emigraron hasta aquí de otros sitios menos productivos, con lo que se generó un aumento de población.
Prueba de la bonanza económica de esos tiempos, es la total reconstrucción del templo y el convento, realizada con aportaciones de los dueños de las haciendas y las limosnas de los fieles; aunque no se conoce la fecha en que se concluyeron esas obras.
A finales del virreinato, Apan se había constituido en una de las más importantes poblaciones del antiplano, convertido en género surtidor de los más importantes mercados y productor de ganado en gran escala, contaba ya con un total de 35 haciendas y más de medio centenar de ranchos, donde españoles, criollos y mestizos habían logrado importantes fortunas.
Durante la guerra de independencia, a casi un año de haberse iniciado el movimiento insurgente que se propagó tan rápido en los llanos, pronto se sintieron sus efectos, no sólo en Tezcuco sino en la misma capital que se proveían de pulque, semillas y artículos necesarios para las haciendas, pertenecientes a muchos vecinos de los más acomodados de México, originando que el virrey designara una fuerza en aquella dirección. Fue mandado a servir en las tropas de México el capitán de fragata del Llano, quien tomó el mando en los llanos de Apan, teniendo como ayudante al teniente D. Miguel de Soto y Maceda, oficial de inteligencia y bizarrita. La expedición de tropa de marina se encontraba a cargo de D. Pedro Micheo teniendo de 400 a 500 hombres, uniéndosele más voluntarios a su paso por Tezcuco. Sin pérdida por el momento, salió Llano en busca de Aldama, quién lo sorprendió en la hacienda de S. Cristóbal, teniendo Llano pérdidas en muertos y heridos; sin embargo, siguió en dirección a Calpulalpan, asentando su cuartel en el pueblo de Apan, donde fue avisado de que Osorio y Aldama con sus fuerzas unidas proponían atacar Tulancingo, por lo cual se marchó para allá, organizando la defensa de aquél punto.
Entre tanto, Aldama volvió a Calpulalpan y saqueó la mejor tienda del pueblo, dando muerte a su dependiente D. Juan Bonilla; perseguido por los partidos de Llano, se desapareció alojándose en el rancho de S. Blas con Ocadiz por D. José María Casalla, dueño del rancho que los había recibido con capa de amistad, y quien los hizo asesinar cuando dormían. Osorno instruído del suceso dio muerte a Casalla e hizo descuartizar su cadáver.
El 24 de mayo, por segunda vez Osorno atacó Tulancingo con artillería dirigida por el insurgente Beristaín; pero al cabo de cinco días tuvieron que retirarse debido a que se aproximaba en auxilio de la ciudad, don Domingo Claverino con un nutrido ejército.
El 25 de febrero de 1814, intenta de nuevo Osorno apoderarse de Tulancingo, saliendo a su encuentro don José del Toro con respetable número de soldados, pero fue vencido en la hacienda de San Nicolás; sin embargo, el caudillo insurgente decide retirarse primero a Singuilucan y después a Apan, en los caminos aparecían a cada paso una multitud de picotas mostrando cabezas clavadas de insurgentes y realistas, lo que daba idea de la lucha que había en la comarca.
En los primeros días del mes de noviembre de 1814, Apan fue atacado por todos los partidos que recorrían esa zona, la guarnición realista, comandada por el sargento mayor don José Barradas, resistió con valor las acometidas de la caballería insurgente, pero al fin los realistas se vieron obligados a encerrarse en la parroquia donde se sostuvieron. Mientras los insurgentes incendiaban varias casas del pueblo, el comandante de aquel distrito, coronel Jalón pasando por Huamantla por orden del general del ejercito del sur Moreno Daciz, retrocedió prontamente al socorro de Apan muriendo el brigadier Mariano Ramírez, la pérdida de este bravo mexicano desorganizó a los asaltantes de Apan y tuvieron que retirarse.
En abril de 1815, el comandante realista de ese rumbo don José Barradas, manda fusilar en Otumba a cinco vecinos y exige a los demás cinco mil pesos, con la amenaza de quemar toda la población porque dos de sus soldados fueron muertos una noche fuera de los parapetos levantados para defenderse del pueblo.
Después de esto, retrocedió a San Juan Teotihuacán incorporándosele más soldados y poniéndose en marcha para Apan. Pero Osorno y sus principales tenientes Manilla, Serrano, Inclán y Espinosa lo esperaban en la garganta de Malpaís y Nopaltepec, y cuando lo tuvieron a la vista, fingieron retirarse para llevarlos a la llanura Tortolitas, donde esperaban sacar mejor partido de su excelente caballería. Al poco rato, quedaron fuera de combate el capitán Don Anastacio Bustamante, con una herida en una pierna, y Barradas se vio perseguido por los vencedores, con este motivo Osorno fue proclamado teniente general. El comandante Barradas, corrió a informar a Callejas de lo sucedido y volvió a salir de la capital con refuerzos hacia Apan donde logró entrar sin obstáculos.
El coronel realista don Manuel de la Concha, recibió del virrey el mando militar de los llanos de Apan, con instrucciones de contener las correrías de Osorno y cuando fuese oportuno atacarlo y procurar su completa destrucción.
Concha se dirigió en los primeros días de 1816 a la circunscripción que se le había señalado, una de sus disposiciones fue prohibir la elaboración del pulque en las haciendas de aquel rumbo, con el propósito de privar a los insurgentes del pingüe, recurso que les proporcionaba la alcabala que habían impuesto a la producción de esa bebida nacional, amenazando con la pena de muerte a quién no acatara la orden.
Por su parte, Osorno adoptó disposiciones para contrarrestarle e incendió Singuilucan, Zempoala y Otumba, así como las haciendas de Tepetate, Ometuzco y Xala, derribando las iglesias y casas en que se hicieron fuertes los españoles, prometiendo a los pueblos, levantar las construcciones cuando hubiese triunfado la causa de la Independencia Nacional.
Desde febrero hasta principios de abril de 1816, tuvieron frecuentes combates parciales entre las fuerzas de Osorio y Concha.
A principios de septiembre, Osorno tuvo noticias de que el virrey de Apodaca se trasladaría de Veracruz a México. Salió a interceptarle el paso cerca de la Hacienda de Vicencio, entre Perote y Puebla, y estando próximas a sucumbir las tropas del virrey, se presentó Márquez Donallo con una división que hizo retroceder al insurgente.
Osorno luchaba desesperadamente por conservar sus posiciones, y tuvo que sostener frecuentes y reñidos combates con los realistas; pero como entonces, algunos jefes se habían acogido al indulto y otros se habían rendido, su tropa había disminuido considerablemente, por lo que juzgó que su situación era insostenible dirigiéndose a Tehuacan a unirse con los generales Victoria y Terán.
Para conservar Concha a los jefes insurgentes indultados en el servicio de las armas, los incorporó a sus filas con grados inferiores a las que habían obtenido entre los independientes, convirtiéndolos en activos y eficaces perseguidores de sus antiguos compañeros, debido a que conocían perfectamente los lugares en que éstos residían de preferencia.
De la Concha comenzó por perseguir a Ávila por algunas poblaciones de aquel rumbo. En tanto que a Espinosa y Manilla, se les había indultado permitiendo que vivieran en Zacatlán. Concha se movió rápidamente y durante los meses de agosto y septiembre de 1817 logró dar alcance varias veces a la caballería de Ávila.
Dos de los soldados de Ávila, dieron muerte a su jefe como mérito para obtener el indulto, presentando el cadáver en el pueblo de Chignahuapan con lo cual volvió a quedar tranquila la comarca de los llanos de Apan.
Continuaba siendo comandante militar de Apan Don Miguel de la Concha, y éste, a principios de 1820, mandó aprehender a Osorno y a otros de sus antiguos compañeros de lucha, por haberle sido denunciada una conspiración que se decía tramaban a favor de la independencia de su patria.
Aunque nada pudo probárseles, fueron sentenciados a la pena capital y para obligarlos a decir lo que hubiera de cierto, ordenó Concha que a 5 de los presos se les diera tormentos, apretándole los dedos de las manos entre las llaves de los fusiles, dando vuelta a los tornillos hasta desprender las uñas de los dedos, sin que a pesar de esto hubiera conseguido el inquisidor de la Concha hacerlos hablar.
El virrey Apodaca, ordenó que se remitieran los presos a México y cuando solo faltaba que se confirmara la sentencia que sobre ellos pesaba, fueron puestos en libertad el mismo año de 1820, debido al triunfo de la Revolución Liberal iniciada en Cádiz, España, a la proclamación de la Constitución de 1812 y a la amnistía votada por las Cortes para los presos políticos que lucharon por la libertad de su pueblo que era uno de los delitos perseguidos.
En junio de 1821, la guarnición de Apan se pronuncia a favor del Plan de Iguala, y el 27 de septiembre al entrar el Ejercito Trigarante en la ciudad de México, desfilan 123 soldados de la infantería acantonada en Apan.
En el México independiente, Apan se había convertido desde finales del siglo XVIII en Subdelegación, de conformidad con las reformas políticas de aquella época, se transformó en ayuntamiento cabecera de distrito al promulgarse la '€œLey Orgánica Provisional para el Arreglo del Estado Libre e Independiente de México'€ el 2 de marzo de 1824, categoría que le fue respetada por Constitución Particular del Estado de 1827 al que perteneció desde entonces.
La situación de la comarca siguió en franco desarrollo,
la industria pulquera se convirtió en fuente de ingresos para gran
número de sus habitantes, en tanto que las otras actividades económicas,
mantuvieron su ritmo de crecimiento.
Durante la Revolución de 1910, los dueños de algunas
haciendas, cambiaron su residencia a otras ciudades como México,
Puebla, Tulancingo o Pachuca, encargando sus negocios a sus administradores
de confianza debido a la situación que prevalecía en el país,
ocasionando una disminución de la producción. Por otra parte,
era frecuente que los grupos revolucionarios que cruzaban por la zona impusieran
préstamos forzosos a los administradores en dinero o especie, los
cuales jamás serían devueltos. Finalmente, la situación
del país se reflejó en la economía, reduciendo los
mercados para los productos de la región, uno de ellos el pulque
cuyo mercado se redujo considerablemente.
El periodo inmediato a la conclusión del movimiento de 1910, fue característico por el desplome del mercado pulquero y la desaparición del sistema hacendario, al grado de ser considerada en la década de 1950 como '€œzona crítica'€Â; a ello se debió que al ponerse en práctica durante los gobiernos de Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortínez la política de '€œsustitución de importaciones'€Â, se diera prioridad a la comarca al crearse la zona industrial de la ciudad de Sahagún.
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