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Historia Temoaya Estado de México

Temoaya proviene del náhuatl Temoayan, que se compone de los vocablos Temoa, derivado del verbo temo, “bajar o descender”, y de yan, que es el efecto de la acción, por lo tanto Tem,oaya significa "Lugar donde se desciende" o "Cuesta abajo".

La presencia humana en Temoaya data de la época prehistórica, ya que así lo demuestran diversos vestigios arqueológicos como utensilios, herramientas, figuras humanas y los restos de un mamut encontrados en los alrededores del municipio. Algunos autores afirman que "los otomíes son un pueblo de un muy remoto pasado..., una especie de primeros habitantes de aldeas, villas y ciudades en el centro de México", con presencia en la zona desde el Preclásico. El Códice García Granados señala un intenso poblamiento del valle de Toluca a principios del siglo XII; lo que ha permitido afirmar que Xiquipilco (hoy Jiquipilco el Viejo), antecedente del pueblo de Temoaya, fundado hacia el año 1220.

No hay documentos que mencionen la existencia de Temoaya en aquella época. Parece ser que este pueblo surgió como una división de Xiquipilco, a raíz de la conquista emprendida por los aztecas a fines del siglo XV. La tradición afirma que la cuenta de los años marcaba 12 tochtli-1478 - cuando Tlilcuetzpalin, legendario señor de los otomíes, enfrentó valerosamente al poderoso gobernante mexica Axayácatl, que ambicionaba dominar la zona.

El primer contacto con los españoles ocurrió hacia 1521, cuando Gonzalo de Sandoval emprendió la conquista de Matlatzinco. Poco después, fray Alonso Antonio Rangel inició la evangelización de los otomíes y Xiquipilco quedó bajo la advocación del apóstol Santiago. Por la misma época, este pueblo empezó a contar con su propio cabildo; además fue concedido en Encomienda a Pedro Núñez, maese de Roa, quien inició el reparto de tierras a los españoles, con las que más tarde habrían de fundarse las primeras haciendas de la comarca.

Centro Ceremonial Otomí.

El cura Francisco de Aguilar Martel menciona en su relación de 1569, que el pueblo de La Asunción (Temoaya) pertenecía a la jurisdicción de Xiquipilco. Temoaya empezó a cobrar importancia a raíz de la congregación efectuada el 22 de marzo de 1593, en que el virrey de la Nueva España ordenó juntar a los otomíes en un pueblo bien delimitado con el fin de evangelizarlos y enseñarlos a vivir en "policía", ya que hasta entonces vivían en asentamientos dispersos, como ocurre hasta ahora. Varios cronistas de la época colonial mencionan que eran "gente serrana" y tenían sus poblaciones en tierras montuosas y fragosas, y permanecían dispersos durante parte del año con "achaque de sus sementeras".

En la década de 1600, Xiquipilco fue abandonado y Temoaya quedó sujeto a la jurisdicción del pueblo de San Juan que tomó el nombre de Jiquipilco. Hacia , la separación civil y eclesiástica de Temoaya para poder contar con párroco, elegir a su propio cabildo y "recaudar los tributos de su majestad" sin intervención del gobernador de Jiquipilco. Con el parecer del virrey Marqués de Valero, el arzobispo don Joseph de Lansiego y Eguilás decretó, el 18 de septiembre de 1720, la erección parroquial de Temoaya.

A fines del siglo XVIII, el pueblo de Temoaya contaba con un territorio bien definido, regido desde la cabecera por las autoridades civiles y religiosas representadas por el cabildo y el párroco, respectivamente.

Durante la guerra de Independencia, tres días después de la batalla del Cerro de las Cruces, el 2 de noviembre de 1810, "en la mañana marchó el cura Hidalgo con su ejército, tomando el camino del Cerrillo, que entonces llamaban de las Partidas", y pasó por Temoaya junto con Allende, Aldama y la tropa insurgente. 

El primer ayuntamiento constitucional de Temoaya se erigió en 1820, con base en la Constitución de Cádiz. Más adelante, dentro del marco de la federación de 1824, los vecinos pudieron elegir anualmente a sus autoridades.

Ya en el siglo XX, durante la etapa revolucionaria, Temoaya sufrió el acecho de diversos grupos armados que merodeaban por la zona. El 13 de junio de 1914, una gavilla zapatista muy numerosa procedente de Monte Alto (Tlazala), llegó a Temoaya en donde saqueó el comercio y cometió otros desmanes. Buscando acabar con la inseguridad, se formó un grupo con cerca de 100 voluntarios para resguardar a la población bajo el mando de Higinio Guadarrama y Melesio Arzate como primer y segundo jefes, respectivamente.

En cuanto pasó el conflicto armado, las autoridades se abocaron a lograr el desarrollo del municipio, el cual mostró un avance más significativo en obras públicas que permitieron su desarrollo y le imprimieron una fisonomía propia a partir de 1940.

Temoaya es considerado, actualmente, la patria del pueblo otomí, por ser el municipio que cuenta con el mayor número de habitantes de esta etnia en el Estado de México, los cuales han sido considerados la "primera luz en el amanecer de nuestra historia". Consciente de la importancia histórica de este grupo social, el gobierno del Estado de México erigió en 1980 el Centro Ceremonial Otomí como un monumento destinado a preservar las tradiciones y rescatar la identidad de este pueblo. De acuerdo con la "Declaración de Temoaya" de 1979, desde este centro cultural y educativo habrá de pugnarse porque sea reconocida legalmente la complejidad étnica de la nación.

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