La región constituyó el asiento de los aztecas en su peregrinación al sur durante su tercera morada, en donde quedan como huellas las ruinas inmediatas a la cabecera; donde también habitaron los jovas, jumas y apaches. Desde mediados del siglo XVII constituyó una alcaldía mayor que fue el primer centro de autoridad española en la región. Más tarde quedó supeditada a la autoridad del presidio de San Buenaventura; en 1820 adquirió la categoría de municipio; seis años más tarde formó parte del partido de San Buenaventura; en 1847 del cantón Galeana; en 1887 del distrito Bravos y de 1898 a 1911 del distrito Galeana.
La cabecera es Casas Grandes, fue fundada en 1661 por el capitán Andrés Gracia por órdenes del Gobernador de la Nueva Vizcaya, don Francisco Gorraez y Beaumont.
Andrés Gracia se presentó a poblar el valle que llamó San Antonio de Casas Grandes, en unión de su familia, algunos parientes y el R.P. Andrés Páez, el primero como Alcalde Mayor de la comarca.
Abandonada la misión en 1667, fue restablecida al año siguiente por el gobernador Antonio de Oca y Sarmiento y el 15 de noviembre de 1778 el caballero Teodoro de Croix, Comandante General de Provincias Internas, le otorgó la categoría de villa y le concedieron sus actuales ejidos.
Casas Grandes o Paquimé fue la cultura más avanzada de todo el norte de América y su desarrollo se dio a través de muchos años; así, tuvo tres periodos decisivos: el periodo viejo que cubre del año 700 al 1060 que marca el inicio de la cultura. El periodo medio, en el que se manifestó el mayor esplendor de 1060 a 1340; finalmente el periodo tardío de franca decadencia de 1340 a 1519.
En los suburbios de la Villa de Casas Grandes se encuentran las ruinas de numerosos edificios que algunos historiadores señalan como la zona en donde se asentaron los aztecas en su peregrinación de Aztlán hasta el valle de México, en donde fijaron su tercera morada.
Los edificios estaban muy bien situados como puntos de defensa y para viviendas, construidos de adobe y bien orientados; eran de varios pisos, se ascendía a ellos por escaleras interiores y se subdividían en aposentos pequeños que se comunicaban con habitaciones centrales. Se formaban de masas de tierra de tamaño desigual; pero colocadas con simetría y enjarradas las paredes. Cerca de las viviendas se encuentran pequeños montículos artificiales, a manera de atalayas para observar los movimientos del enemigo.
Numerosas excavaciones se han hecho en la región de estas ruinas y se han extraído millares de objetos de cerámica y obsidiana; se han descubierto pinturas que revelan una cultura muy notable.
El día 4 de febrero de 1911, el coronel Antonio Rábago con el 10º regimiento salió de Casas Grandes en auxilio de Ciudad Juárez, por la vía del ferrocarril; cuando llegaron a la estación Bauche, la vía se encontraba cortada. Allí mismo se batieron con las fuerzas revolucionarias de Pascual Orozco la tarde y la noche del día 4 y en la mañana del día 5, no pudieron seguir por la vía; el coronel Rábago abandonó sus trenes, rompió el sitio y llegó a su destino por tierra a auxiliar la plaza según las órdenes que había recibido.
El día 6 de marzo se libró otro combate entre las fuerzas federales al mando del coronel Agustín A. Valdez y revolucionarios dirigidos personalmente por Francisco I. Madero que atacaron la plaza. La guarnición sumaba 513 hombres del 18º Batallón y de otras secciones; los atacantes ascendían a 800, quienes debieron su derrota al oportuno auxilio de una columna de 562 soldados con dos morteros que llegó a los defensores al mando del coronel Samuel García Cuellar. Éste había sido destacado de Ciudad Juárez, a la ascensión en persecución de José de la Luz Blanco y se movilizó oportunamente a marchas forzadas en auxilio de la plaza amagada.
Llegó la víspera en la noche a Nuevo Casas Grandes, de donde se comunicó por teléfono con el jefe de la guarnición, pues la vía no había sido cortada; por medio del cual acordó previamente su plan de acción.
El ataque de los maderistas se inició a las 5 de la mañana y cuando había adquirido intensidad, a las 7:15 se presentó la columna auxiliar, la que ayudó a derrotar a las partidas de revolucionarios que pugnaban por tomar los reductos fortificados.
Siguió después el combate para desalojar a los maderistas de algunas casas situadas al sur de la población, que habían tomado y aspillerado; García Cuéllar fue herido y tomó su lugar el coronel Rafael Eguía Liz; quien tuvo que emplear la artillería para desalojarlos de dichas casas; el combate se concluyó después de medio día.
A las 5 de la tarde se procedió a levantar el campo; los maderistas perdieron ocho carros de provisiones, tuvieron un total de 58 muertos entre los que se contaban Salomón Dozal, Francisco Esteves y José Dolores Palomino; 41 prisioneros, entre ellos el Ingeniero Eduardo F. Hay, una bandera, 207 caballos, 153 mulas, 150 monturas, 101 rifles y herido el jefe de la Revolución. La guarnición tuvo 13 muertos y 23 heridos y la columna auxiliar 24 muertos y 37 heridos, entre éstos el citado coronel García Cuellar.
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